Actividades



CASTILLO

AÑO 1994. 

La Torre del Moral se encontraba en un estado lamentable, temiéndose incluso por su existencia, ya que en algunos de los vanos había piedras descolgadas.

Se inician las obras de consolidación, por lo que casi hicimos fiesta. Desde un principio, los mal pensados de la Asociación, creían que había que vigilar el desarrollo de las obras pues se temían que se produjese algún atropello. Otros en cambio, decían que no había peligro, pues era la propia Delegación de Cultura la que estaba detrás del proyecto. Cuando empezamos a ver un zuncho de hormigón en la parte alta de una ventana, saltan las alarmas, pidiendo información al Ayuntamiento que nos dicen que es el proyecto que ha visado la Dirección General de Bienes Culturales.

Iniciamos unos escrito de denuncia, con la intención de que se respectase la estructura de la torre, bien la que había llegado a nuestros día, bien la que se creó, posiblemente en el siglo XII. 

La torre en su origen, es maciza hasta el suelo de la segunda ventana, que entonces no existía, siendo ésta una abertura estrecha llamada tronera. Cuando desaparece el peligro de la guerra contra los “moros”,  alrededor del siglo XVI, se vacía una parte de la torre (primera sala), se sube el suelo de la sala primitiva, quedando dos salas de igual altura y sin bóveda. Las troneras se tapan y se abren otros huecos (ventanas con rejas) , que serán los que con las reformas que comentamos, se van a cerrar. Así es que tenemos, al final del siglo XX, la reforma de una torre medieval, catalogada como Bien de Interés Cultural, que con el visto bueno de la Consejería de Cultura, la han transformado, teniendo como resultado una imagen de una torre que jamás fue así. 

Por si esto no fuera poco, en el proyecto consta que las piedras a utilizar serán de la misma clase que las existentes. Realmente las buscaron, estuvieron en conversaciones con el propietario de una cantera para la extracción, pero no llegaron a un acuerdo económico, por lo que directamente se van al mercado, y compran lo primero que ven, caliza blanca de la Sierra de Cabra.

AÑO 1996.

Después de todo el disparate, llega una reforma en el año 1996, para adaptar el Castillo a Museo. Por suerte, se eliminan unos hierros azules en el lateral oeste (encima de la actual Oficina de Turismo), pero el pavimento que se pone a esa sala es otra aberración, pues a lo que será sala de exposiciones, le aplican un suelo que tiene desniveles casi por todas partes. A este mismo suelo, se le pensó poner unas tiras de cobre entre hileras de losas, pero por milagro se suprimieron. Los cuartos de aseo son otra joya, ya que en las partidas económicas hay azulejos para las paredes, pero por otra genialidad deciden que una aseo de un castillo no tiene losas en las paredes, y lo dejan en cemento basto.

AÑO 2004/2005.

Nuevas modificaciones. Para empezar, la Oficina de Turismo que tenía una pared en cemento rastreado, se decide ponerle losetas cerámicas, que desde muy lejos, muy lejos, podría parecer piedra. Ojo, que aquí, como en casi todo, la Delegación Provincial de Cultura  da su aprobación. Para que luego digan que Cultura no se preocupa por Lucena.

La última, y no por ello mas grave, ni menos, se acomete en 2005, aunque venía preparándose con antelación. Se trata de diversas obras, muchas de ellas necesarias para el Castillo, pero entre las que se incluye, de manera destacada lo que según el proyecto de obra firmado en noviembre de 2004 denomina "DESENFUNDADO DEL MURO DE MAMPOSTERIA Y RESTAURACION DE TAPIAL DEL MURO NORTE DEL PATIO DE ARMAS".  Esto significa que al patio del Castillo, con un afán conservacionista, se le cubren los muros de piedra de mampostería, hacia los años 80 (discutible en cuanto a restauración, pues no fue tal, pero muy acertado en cuanto a la conservación), ahora pretenden quitarle la piedra y dejar la pared en el zócalo original con una altura de 2’15 metros y el resto, hasta su altura final, de tapial (tierra prensada). Así como suena. Por suerte, el desaguisado, al menos en su parte interior del patio, ha quedado reducido, ya que el muro de piedra, que cubre el original de tierra, ha quedado en unos 6 metros de altura, en vez de los 2’15 previstos.

Es difícil cometer tantos atropellos en un mismo edificio, pero aquí, en nuestro Castillo del Moral, parece que se superan.


Los documentos en donde queda reflejado lo anterior los puedes consultar en los títulos que figuran a continuación.

01.- Denuncia a Delegación 10_94 (pincha aquí)